martes, 29 de diciembre de 2009

Riada de Valencia, 1957. Capítulo 1.

1957, año de transistores con Paul Anka, un cantante, compositor y actor canadiese nacido en el seno de una familia de origen libanés. Mientras Anka monopolizaba el ámbito musical, el pequeño José Jiménez Fernández, más conocido como "Joselito", se hacía con el éxito en el cine español. Un Cantante y actor que en esta época recibió los nombres de "El Niño Ruiseñor", "El Niño de la Voz de Oro" o "El Pequeño Ruiseñor".

Tanto Paul Anka como Joselito amenizaban a una sociedad valenciana que estaba a punto de conocer una gran catástrofe. Ésta se conoce como la Gran riada de Valencia, una inundación que tuvo lugar el 14 de octubre de 1957, y que causó más de 80 muertos en la capital (aunque sumando las cifras desconocidas de los centenares de pobres que vivían a orillas y dentro del río en cabañas, se estima que pudieron morir alrededor de 450 personas), además de cuantiosos daños materiales.


El día 13 se dieron precipitaciones de más de 300 mm en buena parte de la cuenca (361 mm en Bejís, aunque esta población está ubicada en la cuenca del río Palancia, es decir, fuera del área drenada por el Turia), que continuaron el 14 con más de 100 mm (500mm en 30 horas en Buñol, Chelva o Requena). Se originaron dos ondas de crecida sobre Valencia, la primera de 2.700 m³/s y una velocidad media de 3,25 m/s; la segunda, más violenta, de 3.700 m³/s y 4,16 m/s, inundando la mayor parte de la capital valenciana.

Como dato curioso, la zona próxima a la Catedral quedó libre de las aguas, lo que demuestra lo acertado del emplazamiento original. Es posible que esta zona algo más elevada sea el motivo por el que el cauce del Turia formó una amplia curva a manera de semicírculo en torno a la ciudad, a la cual rodea hacia el norte, quedando esta zona de la Catedral en el centro. En cambio, la zona de la calle de las Barcas, cuyo nombre obedece a que constituyó un atracadero para las embarcaciones que remontaban el Turia en la antigüedad, no sólo se inundó sino que los colectores de drenaje actuaban como surtidores al quedar el nivel de las aguas del río por encima de la calle, agravando así los enormes daños ocasionados por la inundación.