
Investigaciones científicas afirman que las cargas eléctricas influyen en el estado emocional. Repaso de física, no se asusten, seré breve. El aire está compuesto por átomos conformados por un núcleo de protones–carga positiva- y un revestimiento de electrones –carga negativa-, además de neutrones. La existencia unos y otros está condicionada por un principio de equilibrio: el átomo siempre tiende a tener el mismo número de electrones que de protones, cuenta con una tendencia a la estabilidad. No obstante, los primeros son muy volátiles y este es un factor que a menudo rompe el equilibrio pasando a existir átomos con carga positiva y negativa, además de la neutra –el estado de origen, el ideal-.
Cuando el átomo pierde la estabilidad pasa a convertirse en un ión negativo o positivo, y cada uno de ellos tienen un efecto diferente y contrario en el cuerpo humano. Las cargas positivas influyen en una mayor sensación de estrés y asfixia, mientras que las negativas reconfortan y favorecen el bienestar. Teniendo en cuenta estas circunstancias recobra sentido la influencia de los fenómenos meteorológicos en nuestro día a día. Las tormentas y el viento aportan un exceso de carga positiva que nos hacen tener sensación de agobio e incrementan el nerviosismo. Esto no se trata de algo puntual, sino que una de cada cuatro personas nota de cerca esta influencia. Hay hechos constatados, muchos cirujanos de Centroeuropa, por ejemplo, no abren la sala de operaciones en días de Foehn. Además, no solo en Suiza figura este viento como atenuante en los delitos por los supuestos desequilibrios emocionales, también en Oriente Medio está vigente esta legislación con el viento de Sharav.
No hay comentarios:
Publicar un comentario