lunes, 18 de octubre de 2010

El enclave del sur: Montdúver

Muchos de ustedes se habrán preguntado alguna vez por qué las situaciones de inestabilidad acompañadas de vientos de levante (este) o gregal (nordeste) afectan más a las comarcas del sur de Valencia y el norte de Alicante. Los medios en multitud de ocasiones centran la atención en estos puntos porque es un valor en alza, una apuesta segura. En este artículo vamos a dilucidar algunas de las causas, de forma breve y fácil. Para ello, nos vamos a apoyar en elementos gráficos que en este caso resultan esclarecedores. La zona de estudio es bastante amplia, así que vamos a utilizar una muestra representativa, ¿conocen la Sierra del Montdúver?

Situada al oeste de Gandía, vigila de forma majestuosa la comarca de La Safor. Con una altitud máxima de 841 metros, la sierra ofrece un agreste paisaje digno de conocer. Coincidirán conmigo en que resulta un desnivel importante debido a su cercanía al mar. Un accidente natural colosal que curiosamente sirvió como fortaleza desde la prehistoria. Existe un testigo: la Cueva del Parpalló. Una amplia caverna que, excavada en los años 30 del pasado siglo, ofrece una panorámica del Paleolítico español. Estamos ante una zona histórica bajo el prisma de la naturaleza humana, pero también desde la efeméride meteorológica. La existencia de este coloso otorga a esta zona un peligro con el que coexistir: la torrencialidad de las lluvias. El Montdúver se convierte en una auténtica fábrica de cumulonimbos en serie. Su situación próxima a la costa ofrece al viento del levante un difícil handicap. Para superar este obstáculo tiene que ascender muchos metros con tal de llegar a las facilidades que ofrece el sotavento –el descenso en la cara opuesta de la montaña-. En argot del ciclismo, una ascensión digna del Tourmalet que en ocasiones hace interactuar a las características endémicas de este viento -cálido y húmedo en origen- con otras más frías -situadas a mayor altitud- provocando el crecimiento de núcleos tormentosos.


Principalmente son dos los fenómenos que otorgan dicha peligrosidad a la zona:

-Las nubes bajas de retención y los consiguientes chubascos persistentes que descargan. Los estratos impulsados por el viento de levante chocan contra el relieve y se ven obligados a quedarse estancados, un factor que alarga la duración de las lluvias que portan y que en ocasiones son moderadas e incluso puntualmente fuertes.

-La convección producida por el ascenso del viento cálido y húmedo de levante a través de la ladera de la montaña. Este mecanismo a veces se convierte en el detonante de intensas tormentas cuando obliga a interactuar a esta masa cálida con otra más fría en altura. Tal circunstancia produce nubes de gran desarrollo vertical: núcleos nubosos causantes de fuertes tormentas estacionarias –propias de situaciones de DANA o gota fría-.

Estamos ante una zona que destila esa esencia de afán curioso que muy pocos lugares tienen. Las altas montañas junto a la zona marítima, los bruscos desniveles y los prados de pequeña vegetación en la parte alta, más propios de terrenos norteños, crean un clima muy peculiar. El visitante no se siente ajeno a los titanes que crea esta zona. Números de récord. Gandía, el día 3 de noviembre de 1987, alcanzó la tercera plaza de máxima precipitación en España recogida en 24 horas:720 litros por metro cuadrado. Algo más al sur, en las localidades de Oliva y La Pobla del Duc, los pluviómetros aún recibieron mayores registros con 817mm y 790mm respectivamente. Son datos extraordinarios que hacen que la estancia en estos macizos sea reconfortante. Además, cuando sigues el camino de ascenso al Montdúver hay elementos que despiertan auténticos enigmas. Por ejemplo, el emplazamiento a cientos de metros de cualquier carrera o núcleo urbano, entre el matorral y el pinar mediterráneo, de un autobús que se erosiona en los brazos de un torrente seco. Muchas veces el desconocimiento se une a la naturaleza de récord para crear cuentos a los pies del gigante.

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