martes, 16 de noviembre de 2010

Nuevo informe: Los Ríos

Los ríos siempre han tenido una importancia extraordinaria en el devenir natural. Muchas veces sirven de tierra fértil para frondosos bosques, de fuente de hidratación para los animales y para un sinfín de funciones en el ser humano. Ya saben, son imprescindibles. Los primeros poblados normalmente buscaban la cercanía del lecho de un río, y a partir de estos asentamientos surgían auténticas fortalezas. Papel activo del medievo formaban los meandros, barreras naturales que servían de eficaces murallas para la defensa de los núcleos urbanos. Rápidamente, me vienen a la cabeza dos localidades que sacaron el máximo provecho a este tipo de entorno. ¿Han estado en el pueblo valenciano de Chulilla? O en Albarracín, en plena serranía turolense. Tampoco se olviden de Valencia.

Aprovecharon istmos y montañas creados por el caudal de un río que, por cierto, tienen en común: Guadalaviar o el Túria. Fuente de vida, de defensa o producción cuya existencia es paralela a la nuestra, a la del mundo. Hoy todo esto está en peligro y, con ello, el abastecimiento de agua de millones de personas y la biodiversidad. El incremento de la población tiene parte de culpa, también los estudiosos hablan del cambio climático. Hasta el 80% de la población mundial, es decir, unos cinco mil millones de personas, vive en zonas donde los ríos están seriamente amenazados. Corre la misma suerte el 65% de la biodiversidad. Estos datos son sacados de una reciente publicación de “Nature”. La autoría es de un grupo de científicos estadounidenses que se llaman pioneros en el estudio de los principales problemas que tienen los medios acuáticos del mundo: escasez de agua, problemas en la agricultura o la contaminación. El mismo artículo exalta la importancia del supuesto cambio climático, una presión adicional abanderada por la irregularidad de precipitaciones que amenaza la propia regularidad de los caudales. Parte de culpa, aunque normalmente no lo pensemos, tienen las presas. Colosales infraestructuras que alteran los cauces de los ríos y los transforman, pero estas construcciones no las podemos abandonar, claro lo tendríamos. Todo esto da mucho que pensar, y más en la Comunidad Valenciana, la primera y única en cambiar la desembocadura de un río de tradición ancestral. Sin él, Valencia no existiría. A continuación aportamos el mapa de peligro configurado por el estudio:

Las medidas

Los expertos enumeran una serie de medidas para atajar el desgaste de las cuencas. Un consejo primordial es el aumento de inversión en estrategias de gestión de agua que combinen infraestructuras con opciones naturales como terrenos inundables. Además, se aboga por promover acciones preventivas ya que significan una menor inversión que la recuperación –gestión de aguas pluviales o eliminación de presas-. Y por último, poner en marcha una gestión integrada con el entorno teniendo en cuenta las necesidades mínimas naturales y las humanas.

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